¿Cómo se hacen las cuentas de la sanidad?
El Estado se nutre de los impuestos: IRPF, IVA, etc. El Gobierno central hace de recaudador, da un total de lo que ingresa por impuestos a las comunidades, pero no da una partida específica para sanidad.
La financiación del sistema sanitario depende de la voluntad de los gestores autonómicos, las comunidades deciden qué gastan y cómo lo gastan (sueldos, medicamentos, nuevos ambulatorios…). El presupuesto sanitario suele suponer entre el 30% y el 40% de los presupuestos autonómicos, mientras que en el Gobierno central no es más que el 0,7% de su presupuesto.
¿Qué papel tiene la Seguridad Social?
Los ciudadanos seguimos identificando sanidad gratuita y universal con la Seguridad Social, pero esta relación está rota desde el 2011.
“Voy al médico de la Seguridad Social”, frase tópica que esconde una confusión, puesto que el médico de la sanidad pública no depende de la Seguridad Social. La sanidad se paga a través de los impuestos, mientras que la Seguridad Social únicamente financia las pensiones.
La cantidad para Seguridad Social que se descuenta de las nóminas no está destinada a pagar la atención sanitaria, sino el paro o la jubilación. Es decir: nadie paga un impuesto específico para ser atendido por la sanidad pública.
¿De qué depende la atención?
El principio del sistema sanitario es que se trata por igual a todos los pacientes, independientemente de lo que hayan pagado en impuestos, las únicas diferencias se dan en la prestación farmacéutica. De manera general, los jubilados deben abonar el 10% de sus medicamentos con un tope dependiendo de sus ingresos, y los trabajadores (o parados en edad de trabajar) el 40%. Nadie paga por los medicamentos de dispensación hospitalaria y los enfermos crónicos que no estén jubilados tienen un límite en la aportación del 10% del precio del medicamento.
Dra Museros
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