miércoles, 5 de diciembre de 2018

RESISTENCIA A ANTIBIÓTICOS: EL FIN DE UNA ERA


Hace noventa años, Alexander Fleming revolucionó la Historia moderna mediante un descubrimiento que salvaría millones de vidas: la penicilina. La introducción del antibiótico en la práctica médica habitual permitió que enfermedades potencialmente mortales pasaran a ser banales; la población ya no iba a morir de procesos que ahora consideramos tan simples como un flemón dentario o una neumonía no complicada. Allá donde hubiera una bacteria implicada, había un antibiótico que le pudiera hacer frente.
Tan solo noventa años después, sabemos que eso ya no es cierto. Actualmente, las resistencias bacterianas a antibióticos suponen una gran amenaza a la salud mundial, que podría acabar provocando un retroceso a la era previa al descubrimiento de los antibióticos.


Pero, ¿somos realmente conscientes de este hecho?

Actualmente, en Europa se estima que 33.000 personas mueren al año a consecuencia de bacterias resistentes a los antibióticos de los que disponemos. En España, esta causa supone 3.000 muertes al año. Cuando hablamos de que ha habido una muerte provocada por una bacteria resistente a antibióticos, decimos que ese microorganismo es el producto de una serie de mutaciones que le hacen invencible al uso de cualquier antibiótico que disponemos. A todos los antibióticos que disponemos. Esto es: es imposible plantarle cara.

¿Cómo hemos llegado a esta situación?

Esto se ha visto favorecido por el uso y abuso de antibióticos a lo largo de todos estos años, algunos casos por automedicación por parte del paciente y otros por prescripciones erróneas por parte de facultativos. Los antibióticos son solo eficaces para tratar infecciones de causa bacteriana; sin embargo, la mayor parte de enfermedades infecciosas son causadas por virus, lo que hace que tomar un antibiótico por causas como faringitis o catarros sea no solo perjudicial para uno mismo sino para el entorno cercano.

¿Podemos detener esto?

Podemos al menos intentar ralentizarlo, mediante el uso prudente de antibióticos. Es muy importante tomar antibióticos solo cuando un médico los haya recetado. Además de atentar contra la salud pública, al tomar un antibiótico no indicado uno está atentando contra la salud individual, al estar asumiendo el riesgo de desarrollo de reacciones adversas inherentes a la toma de cualquier fármaco. La gripe la produce un virus, por lo que los antibióticos no están indicados. La mayoría de las faringoamigdalitis las producen virus, por lo que tampoco estaría indicado un antibiótico. Y los catarros de vías respiratorias altas (esos de mucho moco y voz nasal), también hay virus implicados. ¿Para qué necesito antibiótico entonces? Para neumonías diagnosticadas, ciertas infecciones de oído, faringoamigdalitis donde se detectan bacterias, infecciones de orina sintomáticas, infecciones de piel, abcesos dentarioas… y en general, todo aquello con previa prescripción por parte de un/a médico.


Haciendo un uso racional de los antibióticos, todos podemos frenar la propagación de las bacterias multirresistentes. ¡¡Combatámoslo juntos!!


Dra Urdín.

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